
Nació en Arandas, Jal., el 24 de agosto de 1902. Fue hijo de Raymundo Magaña Zúñiga y María Concepción Servín Gómez, hermano de Delfino y José Soledad. La familia Magaña Servín se dedicaba a curtir pieles para la elaboración de coyundas, huaraches y otros artículos. Cuando comenzó la Cristiada, Luis no tomo las armas, pero apoyaba espiritualmente e los cristeros, en su pueblo, Arandas

El día 9 de febrero de 1928, un grupo de soldados del ejército Federal, capitaneado por el general Miguel Zenón Martínez tomó la población de Arandas. Dispuso, dicho general, la captura de los católicos mas prominentes del lugar. llegaron al domicilio de Luis, buscándolo, y a l no encontrarlo, aprehendieron a su hermano, dándole un corto plazo par entregarse, de otra manera matarían a su hermano. Cuando el regreso a su casa, fue informado por sus padres sobre lo ocurrido. se puso su traje y se despidió de su familia. salio rumbo al templo parroquial, que los militares ocupaban de cuartel.

Por la calle una persona le sugirió que no fuera, pues lo matarían. Luis abrió los brazos y miró al cielo mientras decía “¡Qué felicidad! Dentro de una hora estaré en los brazos de Dios!”.
Se intercambio por su hermano Delfino. se dice que cuando el entraba al templo y su hermano salia, este le pregunto “¿a donde vas tan arreglado?” a lo que nuestro beato respondió: “en unos momentos debo comparecer con una persona muy importante.” Se presentó con el General Martínez, y estas fueron sus palabras: “Yo nunca he sido rebelde cristero como ustedes me titulan, pero si de cristiano se me acusa, sí, lo soy, y si por eso debo ser ejecutado, bienvenido y en hora buena. ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!” Sin mayores preámbulos, el militar decretó la muerte de Luis; momentos antes de ejecutarse la sentencia, en el atrio de la iglesia parroquial, Luis pidió la palabra y dijo: “Pelotón que me ha de ejecutar: quiero decirles que desde este momento quedan perdonados y les prometo que al llegar ante la presencia de Dios serán por los primeros que pediré”; dicho lo cual, exclamó con voz potente: “¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!”.

Pasado un rato -Don Raymundo su padre- tuvo la valentía de ir con el general Z. Martínez a pedirle el cuerpo de Luis; fueron Marcelino y Raymundo por el cuerpo y vieron que tenía encima un letrero que decía: “Así mueren los cristeros”. Marcelino rasgó el letrero a la vista de los soldados, sin que estos le dijeran algo. Después envolvieron el cuerpo en una sábana y lo llevaron a su casa. La mamá le quitó la camisa ensangrentada y la conservó. Al siguiente día, 10 de febrero, muy temprano fueron a sepultarlo al panteón municipal.

Su padre puso una pequeña cruz de madera incrustada en la cantera de la fachada de la iglesia parroquial como recuerdo del martirio de su hijo. En la última remodelación de la fachada del templo se mantuvo esa cruz aunque fueron tapados los agujeros de las balas sobre la pared, que mucha gente recuerda haber visto durante años. Fue beatificado el 20 de Noviembre 20 de 2005 en el Estadio Jalisco de Guadalajara por el Cardenal José Saraiva Martins. ¡Viva Cristo Rey!